sábado, 28 de diciembre de 2013

El hombre que dejó de ser zorro

Cuento inventado seis


Conocí a una persona que se aprovechaba de los demás, haciéndose pasar por herido, cuando estaba sano. Le dedico este cuento.


Érase una vez un bosque, lleno de árboles y de animales.

En ese bosque vivía un pequeño cachorro de zorro, de no más de tres meses de edad, que salió de su madriguera persiguiendo el sonido de un pájaro y se perdió.

Deambuló un buen rato, buscando el camino de su hogar y el cariño de su mamá. Pero cayó en una trampa terrible, preparada por el hombre para cazar lobos, leones y otras fieras.

El zorrillo se liberó del cepo, pero perdió una piernecita y quedó incapacitado para salir a cazar y alimentarse, como hacen los zorros que viven en el bosque, para crecer y hacerse fuertes.

Tras aquel episodio, el pequeño animalito sólo podía quedarse en el suelo, viendo de lejos cómo sus hermanos salían a cazar conejos, ratones y lagartijas.

La vida del zorrillo hubiera corrido peligro de no ser porque cada día, por la mañana, una leona fuerte y orgullosa, pero también misericordiosa, le llevaba unos trocitos de carne de su propia caza. Se los ponía en el hocico y luego se iba.

De este modo el zorrillo subsistía a la sombra de la leona.

Un cazador que moraba en el bosque observó ese proceso tan insólito durante años. Pensó: "qué cómoda y fácil es la vida de este zorro. Cada día la leona le da de comer y no le falta de nada, a pesar de no trabajar para ganárselo... ¿sabes qué? Yo también quiero ser como el zorro", dijo.

Así que el hombre, que era holgazán y muy estúpido, se estiró en el suelo y se quedó quieto esperando a que alguien le llevara la comida.

Tras cuatro días de inactividad, yacente en el suelo, el hombre se encontraba famélico y veía, para su desesperación, que nadie aparecía para traerle la comida.

Finalmente apareció un ángel que, casualmente, pasaba volando ese día por el bosque. Se le acercó y le dijo: "¿Qué haces tirado en el suelo?"

La respuesta del cazador fue: "Yo estoy aquí, esperando que alguien me alimente, como la leona lo hace con el pequeño zorro".

El ángel le contestó: "¿Sabes? Dios no te creó para ser un zorro, sino un león. ¡Anda y levántate, gandúl! Búscate tu alimento y lleva también comida a los animales enfermos que lo necesitan y que esperan recibirlo de ti". Y se fue volando.

A partir de aquel día ningún otro zorrillo herido, ni ningún otro animal, pasaron hambre en aquel bosque.

Y todo porque el hombre dejó de ser zorro.

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