Cuento inventado veintisiete
El
padre se llevó a su hijo pequeño de paseo por el campo. Eran tiempos antiguos.
No había coches, ni bocinas ni ruidos molestos y las personas se movían con
carrozas de caballos.
El
padre le preguntó al pequeño: “Dime, Mateo, ¿qué oyes?”
El
niño le respondió: “los pájaros, papá”.
- “Y
además de los pájaros, ¿qué más oyes?”, inquirió el padre.
El
niño cerró los ojos y buscó otro sonido.
- “Oigo
una carroza, que viene por el camino”, dijo el niño.
- “Exacto.
Una carroza vacía”, contestó el padre.
- “¿Y
cómo sabes que está vacía? La oigo, pero a lo lejos. Todavía no la he visto”,
preguntó niño.
Y
entonces el padre le respondió algo que el joven Mateo recordaría para toda la
vida:
“Cuanto
más vacía va la carroza, más ruido hace”.
Hoy
día Mateo es un anciano. Y sabe que cada vez que se encuentra alguien hablando
más de la cuenta, interrumpiendo a los demás o hablando de forma vehemente, su
padre está ahí para recordarle: “cuanto más vacía la carroza, más ruido hace…”
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